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Por Carlos Fuentes Romero
Tradicionalmente se piensa que, antes de la llegada de la cerámica al Perú, alrededor del siglo XVII a.C., el mate era el principal insumo para la vajilla de los pueblos andinos. Cuencos, botellas, cucharas, botellas podían hacerse a partir de esta leguminosa que crecía en cualquier chacra o borde de acequia hasta no hace mucho. ¿Es correcto, entonces, decir que la introducción de la cerámica al territorio andino eliminó el uso del mate? Pues no necesariamente.
El mate (Lagenaria siceraria) es un elemento vegetal que nos ha acompañado desde hace aproximadamente 8,000 años (Vergara 2015); mientras que la cerámica apenas hace su aparición por tierras centro andinas hace menos de 4,000 años (Watanabe 2009). En esta nota conoceremos la evolución del mate como objeto cultural en el Antiguo Perú.
Es muy probable que el mate (L. siceraria) haya hecho su aparición en tierras americanas ya en un estado domesticado; es decir, este fruto quizá no llegó a ser un alimento originario de América. De hecho, se ha propuesto que su arribo a esta región fue producto de la llegada de poblaciones asiáticas que ingresaron a América en el Holoceno, como parte del ya conocido Poblamiento Americano, hace más de 15,000 años (Waters 2019). Estas poblaciones, se postula, trajeron semillas de su lugar de origen luego de haberlas conseguido como parte de algún contacto que tuvieron con el continente africano, dando a entender que esta región fue la que vio nacer a la Lagenaria propiamente (Erickson et al. 2005). Por otro lado, existen postulados que señalan que la llegada de estas semillas fue por obra del movimiento de las corrientes marinas (Zeder et al. 2006, Decker-Walters et al. 2004) y que en algún momento fue avistada por habitantes de esta región, los mismos que pudieron sacarle provecho al cultivarlos en estas tierras.
En el Perú, de las evidencias más antiguas de mate en contextos arqueológicos son los que se hallaron en las cuevas de Tres Ventanas y Quiqché, ubicados en las alturas del sur de Lima, en el valle alto de Chilca, con una antigüedad aproximada de 7,000 a. C. (Engel 1970). Cerca de la ciudad capital de Lima se halla el complejo Arenal, donde se encontró evidencia de mate con una antigüedad de 6,000 a. C. aprox., aunque ya domesticado para entonces (Cohen 1978).
En cuanto a su funcionalidad, el mate ha sido utilizado en gran medida como un recipiente, quizás el primer objeto con esta funcionalidad en la historia del ser humano (Bonavia 1991). El fruto de este es abierto para extraer las semillas que contenga en su interior. La calabaza se deja secar y una vez endurecida, es utilizada como taza, plato o botella (Ríos 2019). Su utilidad radica en almacenar y calentar agua, así como servir alimentos. Esto se sustenta gracias a una gran cantidad de piedras termofracturadas halladas en muchos yacimientos arqueológicos costeños. Se supone que estas piedras, muy calientes, era usadas para calentar el contenido agregado dentro de los mates, sean sólidos o líquidos (Vergara 2015, León 2013).,
Su uso respondió a fines funcionales de orden doméstico y rituales vinculados a contextos mortuorios a modo de ofrenda. Esta característica se ha evidenciado en los mates pirograbados. Estos mates se caracterizan por presentar diseños elaborados mediante el uso de un punzón agudo por toda la capa externa del fruto. En el CAEB, tenemos la réplica de un mate pirograbado hallado en el entierro 903 de Huaca Prieta (Bischof 1999). El hallazgo de este mate trabajado formó parte de los descubrimientos realizados por Junius Bird hacia 1946. Esta pieza formaba parte de un contexto funerario simple y que, por lo menos, tendría una antigüedad de unos 3,000 años a. C. (Bird 1985).
El gran protagonismo del mate en la vida del poblador del antiguo Perú empezaría a cambiar hacia el 1800 a. C. aprox. debido a la aparición de la cerámica en esta región (Manrique 2001). El descubrimiento de este elemento inorgánico trajo consigo cambios sociales con profundas consecuencias culturales que aún hoy atestiguamos. Dicho esto, hemos observado que el mate ha sido un elemento orgánico fundamental en la historia andina, que se acopló a nuestras necesidades. Como veremos en una siguiente entrega, la aparición de la cerámica no significó el fin de su uso.
¿Qué te pareció esta primera parte? La segunda parte de esta historia será publicada en breve. Quédate atento que pronto traeremos novedades ¡Hasta la próxima!
Referencias:
Bird, J. (1985). The Preceramic Excavations at the Huaca Prieta Chicama Valley, Peru. Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, 62(1)
Bischof, H. (1999). Los mates tallados de Huaca Prieta ¿Evidencias del arte valdivia en el Arcaico centroandino? Boletín de Arqueología de la PUCP, 3, 85-119
Bonavia, D. (1991). Perú. Hombre e Historia. De los orígenes al siglo XV. EDUBANCO
Cohen, M. (1978). Archaeological plant remains from the central coast of Peru. Ñawpa Pacha: Journal of Andean Archaeology, 16, 23-50
Decker-Walters, D. et al. (2004). Discovery and genetic assestment of wild bottle gourd [Lagenaria Siceraria (Mol.) Standley; Cucurbitaceae] from Zimbabwe. Economic Botany, 58(4), 501-508
Delgado-Paredes, G. et al. (2014). Caracterización de frutos y semillas de algunas cucurbitáceas en el norte del Perú. Revista Filotecnia Mexicana, 37(1), 7-20
Engel, F. (1970). Exploration of the Chilca Canyon, Peru. Current Anthropology, 11(1), 55-58
Embajada de Perú en España (2009). Exposición del catálogo ‘Donde el viento juega con las redes’.
Erickson, D. (2005). An Asian origin for a 10,000 year-old domesticated plant in the Americas. Proceedings of the National Academy of Sciences, 102(51), 18315-18320
León, E. (2013). 14,000 años de alimentación en el Perú. Fondo Editorial USMP.
Manrique, E. (2001). Guía para un estudio y tratamiento de cerámica precolombina.
Ríos, S. (2019). Artesanías del Perú. Historia, tradición e innovación.
Vergara, E. (2015). Mates. Corpus Iconográfico Perú Prehispánico. Primera Edición
Watanabe, S. (2009). La cerámica caolín en la cultura Cajamarca (sierra norte del Perú). El caso de la fase Cajamarca Media. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, 38(2), 205-236
Waters, M. (2019). Late Pleistocene exploration and settlement of the Americas by modern humans. Science, 365, 138
Zeder, M. (2006). Documenting domesticacion. The intersection of genetics and archaeology. TRENDS in Genetics, 22(3), 139-155
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